Hay 1.000.000 de especies amenazadas y la tasa de extinción se está acelerando, en un planeta en el que tres cuartas partes del medio ambiente terrestre y alrededor de dos tercios del medio marino sufrieron graves alteraciones por la actividad humana.
El histórico informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia-Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES), compilado por 145 expertos de 50 países, arrojó un caudal de datos inquietantes. En la coordinación fue vital el investigador y Dr. en Ciencias Agropecuarias argentino Lucas Garibaldi, una labor que, junto a su destacada carrera, decidió a la Fundación Bunge & Born a entregarle su tradicional premio en la categoría Estímulo, por primera vez dedicado a la Ecología.
“Estoy muy contento porque es uno de los premios más importantes y a la vez muy sorprendido, porque uno no se postula. Se forma un jurado internacional y te avisan de sorpresa”, sostuvo en diálogo con Ámbito.
Garibaldi confiesa que aprovecha las distinciones como una excusa para hablar de lo que le interesa: “Hay una mayor conciencia sobre la destrucción del medio ambiente, pero no alcanza. El ritmo es cada vez mayor, desaparecen más especies y más rápido. Por eso estamos peor.
Según los científicos, casi el 75% de los recursos de agua dulce se dedican a la producción agrícola o ganadera y aproximadamente 60 mil millones de toneladas de recursos renovables y no renovables se extraen a nivel mundial cada año. Aunque en el presente preocupante, ciertas tendencias dejan lugar a la idea de un futuro promisorio.
“Hay muchos productores ganaderos, forestales, apicultores, que producen gran cantidad de alimentos de calidad y hacen dinero cuidando el medio ambiente y la biodiversidad. Ocurre a todas las escalas, productores familiares, más grandes y multinacionales, lo que pasa es que no son la mayoría. Esos ejemplos tienen que expandirse, ahí estamos fallando”, cuenta.
Uno de los grandes mitos, sostiene, es que las producciones sustentables achican los márgenes de ganancias. Como investigador agrónomo, comprobó que “incluso impacta con reducciones en los costos. Por ejemplo: hay productores que aplican pesticidas a los costados de los caminos para mantenerlos limpios y eliminar malezas, cuando en realidad deberían hacer lo contrario. Si no los aplicaran, se ahorrarían ese gasto y permitirían la generación de polinizadores y controladores biológicos, que promueven la productividad y hacen el ambiente saludable”.
Algunas prácticas para cuidar los suelos son nuevas pero otras, como las rotaciones de cultivos, simplemente se dejaron de usar.
“La Argentina es uno de los peores ejemplos en las últimas décadas, porque predomina un solo cultivo y deriva en la homogeneidad del paisaje, la pérdida de biodiversidad y de empleo, existen malezas más resistentes y hay más inundaciones. Cuidar el medio ambiente es cuidar a los seres humanos”.
Según los estudios, la degradación del suelo redujo la productividad del 23% de la superficie terrestre mundial. Reconfigurar el uso podría además abrir una nueva puerta de negocios.
“Hay una demanda insatisfecha de alimentos de calidad. Aun en esta época de crisis hay mucha gente que quiere acceder a productos orgánicos, sin agroquímicos. Y a veces no están las vías para que pueda comprarlos, excepto lugares exclusivos. Cuando existen las redes de comercialización, incluso son más baratos y hasta te llevan bolsones de verduras a tu casa. Hay que empezar a producir estos productos porque se venden siempre”, apuntó.
Garibaldi considera que en muchos casos la raíz del problema es el desconocimiento. “El sistema agropecuario actual es intensivo en el uso de agroquímicos, insumos y combustibles fósiles, pero no en el conocimiento del que lo aplica. Hay que ser más intensivos en el conocimiento y ahí debería intervenir el Estado y las asociaciones de productores. Se están generando cambios, pero son lentos y la tasa de destrucción muy rápida. Se nota sobre todo en América Latina: estamos destruyendo a toda velocidad un capital natural que tardó miles de años en generarse. Somos uno de los productores agropecuarios del mundo y lo estamos haciendo a costa de nuestra herencia familiar. Los incendios en la Amazonia están totalmente relacionados con eso, porque la forma de deforestar para poner ganado y cultivo es incendiando”.
“Estamos mal con el tiempo, debe ser súper urgente”
El informe del IPBES señaló al cambio del uso del suelo como la principal causa de destrucción de la biodiversidad y la vida en la Tierra, incluso por encima del cambio climático. “En los mares pasa lo mismo. En definitiva es el modo extractivo de utilizar nuestro planeta. La vida se moldeó durante millones de años bajo principios ecológicos, y si queremos subsistir deberemos respetarlos. Queremos culpar al cambio climático como algo externo, pero es el modo en el que estamos haciendo las cosas”.
Los mares también sufren la pérdida de biodiversidad.
Para el investigador es falaz el debate Cuidado del ambiente vs. Economía. “No es una cosa o la otra, porque es bueno generar dólares para el país, pero hay que mejorar. El sector agrícola es muy dinámico, y así como incorporó tecnología muy rápidamente, ahora es tiempo de incorporar principios ecológicos. Economía y ecología pueden ir de la mano, pero estamos mal con el tiempo, debe ser súper urgente y con medidas inmediatas”.
En todos los escenarios explorados en el informe se estima que las tendencias negativas en la naturaleza continuarán hasta 2050 y más allá, excepto que se produzcan cambios transformadores. Por eso, una vez más, apela a reforzar el mensaje: “Debemos afianzar la relación entre ciencia y política, porque los resultados científicos pueden ser las bases de políticas públicas y económicas”.
En ese camino, el ámbito académico es tan importante como el tiempo que dedica a los programas de radio y a las reuniones con el público para concientizar sobre los problemas ambientales y descubrir las posibles soluciones: “La idea es que tenga resultados sobre la calidad de vida. Sería muy triste jubilarme y ver que todo eso no sirvió para cambiar la vida de nadie”.
Acceso al discurso completo del Dr. Lucas Garibaldi.