La UNRN apoya el desarrollo de huertas urbanas a través de un proyecto de extensión y 60 familias de la ciudad ponen manos a la obra. El ingeniero Carlos Bezic, docente y director del proyecto, espera que adopten esta iniciativa como modo de vida.
La huerta urbana como estrategia de apoyo a la seguridad y calidad alimentaria está en marcha en los barrios Guido e Ina Lauquen de Viedma, donde la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) impulsa la producción de hortalizas para autoconsumo y la valoración de estos alimentos por parte de las/os propios beneficiarios.
En el marco de un proyecto de extensión de la Sede Atlántica, docentes y estudiantes de la carrera de Ingeniería Agronómica trabajan en articulación con 60 familias que integran las organizaciones Casita de Nehuén y el Rincón de los Abuelos.
Esta iniciativa, que apunta a mejorar la calidad de vida de las/os participantes a través de la horticultura familiar y la participación socio-comunitaria, cuenta con el apoyo del Programa ProHuerta del Ministerio de Desarrollo de la Nación y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
“Buscamos que adquieran motivación y conocimientos técnicos suficientes para iniciar un camino de autoproducción de hortalizas para su propio consumo familiar, y que en las escuelas con las cuales trabajan puedan utilizar la huerta escolar como estrategia educativa y motivacional para la comunidad educativa, incluidas las familias”, expresa el director del proyecto y docente de la UNRN, Ing. Carlos Bezic.
Esta propuesta “tuvo una primera parte a fines del 2017, en la cual nos centramos en la formación de capacidades técnicas”, explica el ingeniero a cargo del proyecto. En ese momento, docentes y estudiantes de la Universidad capacitaron a los beneficiarios en preparación del suelo y manejo básico de la huerta, enseñaron a producir plantines y trabajaron algunos conceptos de manejo fitosanitario.
A partir de ahora, el objetivo es que las familias que disponen de un patio o espacio verde instalen su huerta de otoño-invierno y que las demás armen huertas en macetas. Además, está prevista una capacitación en manejo de residuos domiciliarios y compostaje, lo cual “es muy útil para el reciclaje de nutrientes en la huerta”, aclara el director de esta iniciativa.
Para Lucas Beliú, estudiante de 5º año de la carrera de Ingeniería Agronómica de la Sede Atlántica de la UNRN, es “muy positivo” formar parte de esta experiencia.
En cada encuentro, Lucas se muestra “entusiasmado” por la participación de su Universidad en este tipo de iniciativas y por la predisposición de la comunidad. “Una integrante del Rincón de los Abuelos prestó un terreno en el barrio Santa Clara para desarrollar canteros”, recuerda el estudiante.
En la UNRN “siempre se habla de este tema porque nos permite tomar contacto con las distintas producciones” y porque, a través de este tipo de iniciativas, “se ayuda a la economía” de las familias, destaca el futuro ingeniero.
Ramona Namuncurá es una de las participantes del proyecto y, como vive en un departamento del complejo habitacional Ina Lauquen, revela su predisposición al plantar en macetas. “La otra vez saqué perejil y, ahora que en el barrio Santa Clara tenemos más tierra y espacio para la producción, saldrá de todo”, dice entusiasmada.
Ester Cardoso, que también participa de las actividades del Rincón de los Abuelos, está “encantada” con la experiencia porque “la Universidad está haciendo muchas cosas, me gusta trabajar la tierra, y en mi lavadero conservo una planta de ají junto con un limonero”.
El director del proyecto advierte que “por la experiencia adquirida, no es el aspecto técnico agronómico el principal desafío para la difusión de la horticultura familiar, sino más bien el cultural y motivacional, un componente que tiene que ver con la visión de las personas y su decisión de adoptar este tipo de iniciativas”.
Temas. Extensión Huertas urbanas