Por el rector de la UNRN, Mg. Anselmo Torres.
A todas las compañeras, los compañeros, estudiantes, docentes, trabajadoras y trabajadores de la educación pública:
Este 23 de abril nos convoca una coincidencia cargada de sentido. Hoy se cumple exactamente un año de aquella inolvidable marcha universitaria, cuando miles de personas salimos a las calles para defender lo que no estamos dispuestos a perder: la educación pública, la universidad gratuita, el derecho al conocimiento.
Y, al mismo tiempo, no puedo dejar de vincular este día con la figura de Mario Vargas Llosa, fallecido hace apenas unos días, cuya vida y legado —literario, político, ideológico— siguen generando intensos debates.
La coincidencia no es menor. Porque aquel 23 de abril de 2024, mientras marchábamos con libros en la mano como escudos de dignidad, yo llevaba uno que hoy vuelve a resonar con fuerza: El hechicero de la tribu, de Atilio Borón. Un texto tan lúcido como incómodo, que se propuso desmontar la construcción mítica de Vargas Llosa como intelectual liberal ilustrado y mostrarlo, más bien, como lo que fue: un operador ideológico del neoliberalismo global.
No se trata de negar su capacidad narrativa ni su lugar en la historia de la literatura hispanoamericana. Se trata de algo más profundo: de comprender cómo ciertas trayectorias intelectuales se ponen al servicio del poder, de las élites económicas, de los discursos que naturalizan la desigualdad y criminalizan toda forma de resistencia popular.
Atilio Borón lo plantea con contundencia: Vargas Llosa fue un intelectual orgánico del capitalismo transnacional, un apologista del mercado como forma total de organización social. Desde esa posición, no solo defendió privatizaciones, desregulaciones y aperturas irrestrictas, sino que también legitimó, en nombre de una supuesta libertad, el orden neoliberal. Desde Perú hasta Chile, desde Venezuela hasta Cuba, su pluma fue utilizada para desacreditar cualquier intento de soberanía popular o redistribución de la riqueza.
Por eso, cuando marchamos aquel día, llevando libros como antorchas de memoria y pensamiento, elegí ese en particular. Porque no hay marcha sin reflexión, ni defensa de la universidad sin crítica cultural. El hechicero de la tribu no solo interpela a Vargas Llosa; interpela a toda una generación de intelectuales que abandonaron el compromiso emancipatorio y se refugiaron en la defensa del mercado como único horizonte de sentido.
Hoy, esa misma lógica atraviesa la política argentina. Javier Milei no es un fenómeno aislado: es la expresión local de una ofensiva global contra lo público, contra la democracia sustantiva, contra el pensamiento crítico. Y, como Vargas Llosa, nos quieren convencer de que “no hay alternativa”, que el mercado es sinónimo de libertad.
Pero lo que vemos, lo que vivimos, es otra cosa: vemos cómo se intenta deslegitimar y estrangular el funcionamiento de las universidades; cómo se mercantiliza la salud, cómo se desprecia la cultura. Y comprendemos, con claridad, que esa supuesta “libertad” es en realidad la libertad de los poderosos, de los monopolios, de quienes lucran con el hambre y la ignorancia.
Por eso hoy, en esta fecha, volvemos a vincular aquel libro, aquella marcha y este presente. No desde el odio ni desde el resentimiento, sino desde la convicción política de que la historia no es neutral. Vargas Llosa eligió un bando: el de los opresores, el de las élites, el de quienes reducen la educación a una mercancía. Nosotros elegimos otro: el de las mayorías, el de quienes luchan, el de quienes creen que otra sociedad no solo es posible, sino urgente.
Este aniversario no es solo conmemoración: es un acto de afirmación. Reafirmamos que la educación pública es un derecho irrenunciable. Que la cultura no es un adorno, sino una trinchera. Y que los libros que llevamos no son reliquias: son herramientas para pensar, para cuestionar, para transformar.
A Vargas Llosa lo recordarán muchos por sus novelas. Nosotros también lo recordamos, pero con una mirada crítica: por el uso político de su palabra, siempre en favor de las minorías dominantes. No se trata de “cancelar”, sino de comprender. Porque, como escribió Borón, “la batalla de las ideas es la madre de todas las batallas”. Y esa batalla está en pleno curso.
¡Por la universidad pública!
¡Por el pensamiento libre!
¡Por una cultura al servicio de los pueblos!
23 de abril de 2025
Anselmo Torres
Rector de la Universidad Nacional de Río Negro